Fotografía: Matts Olsson.
Úrsula Holzapfel cuenta que cuando llegaron al viejo Bellavista, ese pueblo en la orilla del Atrato donde desemboca el río Bojayá, ese pueblo del que sólo quedan vestigios y una iglesia reconstruida, los guerrilleros les dieron cinco minutos para que cruzaran el río hasta el otro borde, sobre el municipio de Vigía del Fuerte, antes de reiniciar los combates. «Nos estábamos bajando de la lancha y las balas chapoteaban en el agua», recuerda Úrsula.
Úrsula es una misionera alemana que llegó a Bellavista (o a Bojayá, que es como el país conoció a ese pueblo) con la primera misión humanitaria que consiguió entrar tres días después de la terrible masacre. Las Farc atacaron a los paramilitares apostados en el pueblo y el 2 de mayo de 2002, en medio de los feroces combates, los guerrilleros lanzaron una pipeta cargada de explosivos que terminó cayendo en la iglesia del pueblo. 79 personas murieron y hubo más de doscientos heridos. Casi quinientos civiles se refugiaban allí.
Bojayá es una postal condensada de Colombia, una miniatura. Allí cabe toda la brutalidad de la guerra, brutalidad derrochada por cantidades en unos cuantos días de mayo, allí queda claro que basta un segundo —el relámpago de la explosión— para torcer por completo el destino de una comunidad. Lo que siguió a la masacre fue el desmembramiento de ese pueblo, cuyos habitantes acabaron desplazados en Quibdó y Medellín, con las casas y los cultivos abandonados. Después de años de lucha por obtener un proceso de reparación que ha sido largo, lleno de fallas, equívocos y tropiezos.
Y también la apuesta valiente de esa comunidad que, a pesar de haber sufrido el horror, insistió y sigue insistiendo en la paz.
Matts Olsson hizo esta fotografía durante el sepelio colectivo de las víctimas de la masacre, el 18 de noviembre de 2019. Es como si allí estuviera todo, Bojayá resume a Colombia: la penumbra, el silencio que se intuye, el dolor siempre contenido, y las velas tenues, una luz que parece decirnos algo.
Nota: este sábado 2 de mayo se presentará por Canal Capital, a las 9 de la noche, el documental Bojayá entre fuegos cruzados, un relato de cinco familias víctimas y de su apuesta por la reconciliación. Creemos que es un trabajo valioso que vale la pena difundirse y conocerse.