Diarios de Virginia Woolf

Foto:Katherin Patiño

En nuestra edición de julio, Diarios, compartimos con ustedes una selección del libro Diario de una escritora, de la grandiosa Virginia Woolf*, una muestra de la manera como veía su oficio y se enfrentaba a su propio genio desbordado.

 

1923

Lunes, 15 de octubre

Ahora estoy en plena escena de la locura de Regem’s Park. Me he dado cuenta de que escribo ciñéndome todo lo posible a los hechos, y que escribo quizá cincuenta palabras en una semana. Algún día tendré que volverlo a escribir. Creo que la estructura es muy superior a la de mis otros libros. Temo que no seré capaz de llevarla a efecto hasta el final. Reboso ideas al respecto. Tengo la impresión de que puedo incorporar todo lo que he pensado en mi vida. Cierto es que estoy menos coaccionada que en cualquier caso anterior. El punto dudoso, a mi parecer, es el personaje señora Dalloway. Quizá sea demasiado rígido, demasiado chispeante, demasiado cincelado. Pero también es cierto que puedo incorporar innumerables personajes que le den apoyo. Hoy he escrito la página cien. Desde luego, sólo he estado tanteando el camino, por lo menos a partir del último agosto. Estuve un año tanteando, para descubrir lo que denomino mi procedimiento de perforar túneles, mediante el cual cuento el pasado a plazos, siempre que lo necesito. Por el momento, éste es mi principal descubrimiento; y el hecho consistente en que me haya costado tanto tiempo irlo descubriendo demuestra, a mi parecer, cuán falsa es la doctrina de Percy Lubbock, o sea que se pueden hacer conscientemente esas cosas. Una va a tientas, sintiéndose muy desdichada —incluso llegó el momento, cierta noche, en que decidí abandonar el libro—, hasta el momento en que una toca un resorte oculto. Pero, oh Dios mío, no he releído mi gran descubrimiento, por lo que bien puede ser que carezca de importancia. Da igual. Reconozco que he depositado esperanzas en este libro. Seguiré escribiéndolo hasta el momento en que, honradamente, no pueda escribir ni una línea más. El periodismo, todo, debe quedar subordinado a este libro.

 

1924

Domingo, 7 de septiembre

Es una vergüenza que no escriba nada, o que, si escribo, escriba con desaliño, utilizando solamente participios presentes. Me parecen muy útiles, en esta última etapa de la Sra. D. Ahora, por fin, he llegado a la fiesta, que comienza en la cocina y asciende lentamente por la escalinata. Debe ser un episodio sumamente complicado, ingenioso, sólido, en el que todo quede unido, y que termine en tres notas, en diferentes puntos de la escalinata, que diga cada una algo para definir a Clarissa. ¿Quién dirá esas cosas? Peter, Richard y Sally Seton, quizá; pero todavía no quiero comprometerme a ello. Ahora pienso que éste puede ser el mejor final, entre todos los míos, y que quizá salga a la perfección. Pero todavía he de leer los primeros capítulos, y confieso que temo un poco su excentricidad; y su pretensión al ingenio. Sin embargo, tengo la seguridad de que ahora debo centrarme arduamente en el trabajo, aunque sólo sea con el fin de que mis metáforas surjan libremente, como surgen aquí. ¿Cabe la posibilidad de mantener la calidad de apunte, en una obra acabada y redondeada? Esto es lo que intento. De todas maneras, ya nadie puede ayudarme y nadie puede ponerme trabas. Espero un diluvio de alabanzas en el Times, y que Richmond me diga que da vía libre a mi novela con entusiasmo, lo cual siempre me conmueve, aunque me gustaría que leyera mis novelas, y siempre supongo que no lo hace. (…)

 

Sábado, 13 de diciembre

Estoy revisando al galope La señora Dalloway, volviéndola a escribir a máquina desde el principio, lo cual es, más o menos, lo que hice con Fin de viaje; me parece un buen método, ya que de esta manera se pasa un pincel húmedo sobre la totalidad, con lo cual se unen partes que fueron compuestas por separado, y se secaron. Verdaderamente, con toda honestidad, creo que es la más satisfactoria de mis novelas (aunque todavía no la he leído en frío). Los críticos dirán que la obra carece de unidad debido a que las escenas de locura no guardan relación con las escenas de la señora Dalloway. Y me parece que también hay partes de escritura superficial y de relumbrón. Pero ¿es «irreal»? ¿Se trata de una obra meramente «meritoria» ? Creo que no. Y, como me parece haber dicho antes, creo que me he hundido en las más profundas capas de mi mente. Ahora puedo escribir y escribir y escribir; es la sensación más feliz del mundo.

 

1927

Lunes, 21 de marzo

Mi cerebro está en feroz actividad. Quiero entregarme a mis libros como si tuviera conciencia del paso del tiempo; de la vejez y de la muerte. ¡Ah qué beüas son algunas panes de Al faro! Suaves y flexibles, a mi juicio profundas, y hay páginas enteras en las que no se encuentra una palabra errónea. Esto es lo que opino en lo referente a la cena y a los niños en la barca; aunque no con respecto a Lily en el jardín. Esto último no me gusta mucho. Pero el final me gusta.

 

Jueves, 5 de mayo

Libro en la calle. Hemos vendido (creo) 1.690 antes de la publicación, o sea, el doble que Dalloway. Sin embargo, escribo sumida en las sombras de la lluviosa nube de la critica del Timts hit. Sup., que es copia exacta de las críticas de El C. de J, y La señora Dalloway, crítica caballerosa, amable, tímida, alabando la belleza, poniendo en duda la caracterización de los personajes, y dejándome moderadamente deprimida. «El paso del tiempo» me tiene angustiada. Temo las calificaciones de blando, superficial, insípido y sentimental. Pero, honradamente, me importa poco; quiero estar sola y meditar.

 

1928

Sábado, 11 de febrero

Tengo tanto frío que apenas puedo sostener la pluma. Lo huero que es todo, con estas palabras terminé la última anotación; realmente he tenido esta sensación con notable persistencia, o quizás hubiera debido escribir más aquí. Hardy y Meredith conjuntamente han conseguido mandarme a la cama con una sensación de torpeza, y con dolor de cabeza. Ahora conozco muy bien esta sensación que experimento cuando no puedo hilar una frase, y permanezco sentada, murmurando y rebullendo; y nada surge en mi cerebro, que es como una ventana cerrada. Entonces cierro la puerta de mi estudio y me acuesto, tapándome los oídos con goma; y estoy en cama un día o dos. ¡Y cuántas leguas recorro, en este tiempo! Cuántas son las «sensaciones» que recorren mi espina dorsal y atacan directamente mi cabeza, a poco que les dé ocasión; qué exagerado cansancio; qué angustias y desesperaciones; y luego un celestial alivio y el reposo; y después de nuevo la desdicha. Me parece que no ha habido nadie que haya sido tan zarandeado por su propio cuerpo como lo soy yo. Pero esto ya ha terminado, y esta archivado…

Por ignoradas razones, sigo trabajando un tanto rutinariamente en el último capítulo de Orlando, que iba a ser el mejor. Siempre, siempre, el último capítulo se me escapade las manos. Me aburro. Procuro estimularme. Todavía tengo esperanzas de que vuelva a soplar un viento fresco, por lo que no me preocupo gran cosa, aunque hecho en falta la sensación de diversión, que tan tremendamente era en el mes de octubre, noviembre y diciembre. Comienzo a sospechar que el libro sea vacío; y que es quimérico escribir tan intensamente.

 

Miércoles, 20 de junio

Estoy tan harta de Orlando que no puedo escribir. He corregido las pruebas en una semana; y no puedo escribir una sola frase más Detesto mi propia fecundidad. ¿Por qué hay que estar siempre soltando palabras a chorro? También he perdido mi capacidad de leer. Corregir pruebas durante cinco, seis y siete horas diarias, escribir meticulosamente esto o aquello, ha dañado gravemente mi capacidad de lectura. Después de la cena, he cogido a Proust, y lo he dejado. Es el peor momento. Me dan ganas de suicidarme. Parece que no se puede hacer nada. Todo parece insípido y sin valor. Ahora esperaré y contemplaré mi resurrección. Me parece que leeré algo, la vida de Goethe, por ejemplo.

 


* Virginia Woolf es una de las más destacadas escritoras británicas de su tiempo, y de nuestro tiempo. Vigente por su obra y por su pensamiento.

Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

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