Apreciados lectores:
Desde el 2015, a raíz del premio internacional Rómulo Gallegos que recibí por mi novela Tríptico de la infamia, empecé a recibir invitaciones de la cancillería colombiana y de las diferentes embajadas que este país tiene en el mundo. Las acepté porque permitieron que hablara sobre mi obra en diferentes universidades, centros culturales y ferias del libro. Lo hice porque así actuaba como un representante de la actual literatura colombiana. Y también porque había votado por los acuerdos de paz y me parecía digno expresar, en total libertad, esta actitud de pacifista convencido.
Desde el 2018 seguí participando en estas invitaciones, aunque sabía que algo había cambiado en el gobierno colombiano con el que no me sentía identificado. La pandemia frenó de golpe estos viajes y las actividades virtuales se redujeron ostensiblemente. Pero cuando explotó la crisis social, el pasado 28 de abril, provocada por la reforma tributaria, el manejo deplorable de la pandemia y la inadmisible desigualdad social que reina en Colombia, y siguieron los eventos sangrientos en los que el actual gobierno ha reprimido las justas protestas, decidí interrumpir todas mis actividades con la cancillería y las embajadas. Cancelé conferencias sobre mis libros y sobre literatura colombiana en Managua, Copenhague y El Cairo. Incluso, he rechazado la posibilidad de presentar con la embajada de Colombia en Egipto mi novela Lejos de Roma que ha sido traducida al árabe y publicada por el Centro Nacional para la Traducción de este país.
Esta es mi forma, entre otras, de protestar ante la situación actual, y de solidarizarme con el actual descontento popular colombiano. Me niego rotundamente, como escritor, profesor universitario, intelectual y ciudadano, a apoyar las actividades culturales que este gobierno, brutal e injusto, organiza en el exterior.
Reciban un cordial saludo,
Pablo Montoya
El Retiro, mayo de 2021
Gracias por su postura.
En medio de la tristeza que me produce ver desde el exterior a mi país desangrarse y seguir siendo viíctima, del atroz y corrompido avasallamiento, de un puñado de inescrupulosos, es hermoso y esperanzador que cada día desistamos de dulces a y de tibiezas burguesías y asumamos encontrarnos de frente con la realidad contundente que enfrentan la mayoría de nuestros hermanos, puesto que nadie estará a salvo en tanto todos no estemos a salvo. Celebró su decisión y ojalá otros catedráticos e intelectuales, logren superar sus egos y puedan ver, sin asumir posturas rebuscadas y tendenciosas, lo que nos urge.
Te queremos mucho Pablo, cada uno de nosotros tendrá que sacrificar algo así sea su comodidad para que este país cambie, a ti gracias por enseñarnos cómo hacerlo.
Excelente por su sabia decisión, escritor y profesor de la U. de . A., unidos por nuestra Colombia bella . Aquí estamos y aquí nos quedamos, por la misericordia de Dios saldremos de esta. Felicitaciones colombiano.
Asi se expresa un escritor democrata.
Claro y contundente.
Felicitaciones.