Fotografía analógica: Sara García.
Les presentamos una serie de poemas de Laura Natalia Agudelo Giraldo (*) que dialogan con la idea de habitar y deshabitar la casa, los cuerpos…, en nuestra edición de julio-agosto, Lo habitado.
Dulce hogar
Dulce hogar de verano,
guarda en ti los mejores días.
Yo guardo en mí el olor fresco de las hojas,
los infinitos atardeceres,
los efímeros besos de la abuela,
y las incontables noches de risas.
Guarda en ti,
dulce hogar,
aquellos recuerdos de mi paso
por tus largos y anchos lugares.
Cuerpo ajeno
Difícil fue estar
en ese cuerpo irreconocible,
con aquellas ganas de salir corriendo
y abandonar lo que estaba adherido a mí.
Fue un constante sentir de
vacío interno,
permanente soledad
e identidad alterada.
Era un completo forastero en aquel cuerpo
que algún día habité.
Sobrevivir. Habitar
Desconocida soy
en este mundo
que absorbe mi ser
y lo avienta contra la corriente.
Sobreviviré y habitaré el lugar que me corresponde.
Sea como viento,
sea como flor,
sea como luz,
sea como tus ojos me vean.
Sobreviviré y habitaré vigorosamente.
Habítame
Habita muy dentro de mí.
Te permito que lo hagas.
Te permito que habites
en mi corazón,
en mi cuerpo
y en mi alma.
Siempre y cuando
te comprometas
a cuidar lo habitado.
Imborrable lugar
Imborrables huellas del andar de aquellos tiempos.
Anhelante lugar cargado de aventuras y emociones.
Aunque desconocido y olvidado,
quedan las fotos de sus habitantes;
las casas destrozadas
que fueron cubiertas hasta el techo por la avalancha;
quedan los caminos desolados
que da muestra del lugar que un día fue.
Es la nostalgia la que invade nuestro ser
al sentir el sufrimiento en el aire.
Y crece la curiosidad
por conocer su historia
y lo que habitaba en sus rincones.
(*) Laura Natalia Agudelo Giraldo, nacida en Calarcá, Quindío. Estudiante de 22 años del programa de Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana de la Universidad del Quindío. Lectora por pasión y principiante en escritura poética.