Amo a los perros pues son leales y nobles. Hoy lo son. Algún día se pondrán sobre dos patas y nos devolverán con mordiscos todo el amor que les hemos dado.
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Amo a los perros pues son leales y nobles. Hoy lo son. Algún día se pondrán sobre dos patas y nos devolverán con mordiscos todo el amor que les hemos dado.
Leer másAbro aquí una colecta. Ingresad dinero en mi número de cuenta (lo incluyo al final). En el concepto de transferencia, escribid el país que queréis que gane.
Leer másCreo que Patricia Shark estaría orgullosa de mí por esta anécdota, ¿no os parece? Sin duda es digna de ella. Y es digna de mí, su hijo.
Leer másY así todo, les digo a los turistas. Así va todo. Así, por ejemplo, Alemania entre 1933 y 1945, les digo, no os creáis nada de lo que voy a decir. No os creáis los búnkeres, ni las bombas, ni los helicópteros, ni los pájaros, ni los áticos. No os creáis nada.
Leer másMe da igual, cuando paseo por las ciudades (en este caso la ciudad de Berlín), el reconocimiento, la aprobación de los otros, el éxito. Me da igual la muerte.
Leer másLos revisores entraron a mi vagón en la primera estación. Son como perros de presa, como un conjunto agresivo de sombras. Yo no tenía billete, pues había olvidado mi cartera con la tarjeta mensual de transportes.
Leer másYo he conquistado a los mendigos alemanes, a los ghaneses y a las sirias, porque con la compasión, con la cara del Cristo, se pueden conquistar todos los corazones.
Leer másLo más importante para mí han sido los ojos húmedos de los asistentes (escritores, libreros, editores, lectores) tras escucharme leer un párrafo de las páginas 29 y 30. En esos ojos se visibilizó la emoción invisible. Entremos en detalles:
Leer másPoseen una inercia imparable los árboles. Inercia de dar.
Leer másLo que yo más quiero, supongo que como todos, es poder con todo.
Leer másLo que quiero decir es que yo sentía todo abierto, vivo y milagroso, como si me encontrara en una llanura y nada ni nadie levantara un palmo del suelo, todos iguales, gentes pobres y exitosas, miraba igual a un mendigo que a un actor de Hollywood (recuerdo coincidir con un par de ellos en Nueva York), miraba su estructura molecular, y estoy seguro que si hubiera llegado a una de esas fiestas del Greenwich Village y me hubiera abierto la puerta un marciano, le habría dado un abrazo y sonreído igual que a Eduard Norton o a Keanu Reeves (los dos que conocí), exactamente igual.
Leer másY así, hasta el día de hoy, con ese objetivo, he estado mintiendo como un bellaco por aquí. Comencé escribiendo artículos en los que Lana era la protagonista. Eran declaraciones de amor, confesiones en las quedaba claro que seguía enamorado de ella. La mayor mentira de esos primeros textos era que yo expresaba mi convencimiento de que Lana no leía las columnas, cuando en realidad sabía perfectamente (tengo mis informantes) que sí las leía.
Leer másHoy, día 25 de diciembre de 2018, día de Navidad, día del nacimiento de Jesús, me siento como Herodes. Igual que Herodes, siento que mi singularidad está amenazada por un puñado de paisanos cuyo pecado fue nacer en un lugar determinado (Logroño, España), un determinado día (4 de enero de 1983) y a una determinada hora (13:35). Voy a empezar por el principio, como siempre, y como siempre, voy a divagar todo lo que necesite.
Leer másEn fin, como decía, en este fotograma que veis estoy mirando a Lana en el público. O sea que miro a cualquier mujer mulata, negra, que haya entre el público, la miro siendo consciente de la farsa que supone, de la transmisión inconsciente de afectos que establezco entre la elegida y la desconocida. Y cuando escribo sobre ella también soy consciente de la farsa. Y también cuando escribo sobre Cacto o sobre mis novelas. Incluso cuando escribo en internet. Sé que estoy tan loco como cualquiera, que no soy sólo mi perfil.
Leer másBuenos días. Estoy un poco contrariado porque todo lo que escribo, a mi entender, es tristísimo, pero a vosotros, mis lectores, os divierte.
Leer másEsta fotografía me la tomaron el pasado domingo en el Jardín Botánico de Berlín. Me disfracé de Juan el Bautista. Os voy a contar el episodio, como si fuera Juan el Evangelista, para dar testimonio, para que no se pierda mi predicación.
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