Escribiendo Cine, Juan Guillermo Ramírez

Pensando en los mirones… que somos todos

El trabajo del voyerista siempre es colmado fuera de sí mismo: es la labor del cineasta, del exhibicionista. De ahí el poder del montaje, del vestido. Mostrar siempre es esconder un poco, y postergarse: hacerse imagen deseable. Y además, reservarse al poder. Entre la voluntad que regula y el ojo que regula y el ojo que aguarda, se establece una intangible sumisión.

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