En particular siempre me ha llamado la atención el asunto del destino, de esa suerte de ruta que parece estar señalada desde que nacemos a la espera de que andemos el camino, sin importar que nos desviemos o nos escabullamos por senderos adyacentes, pues en algún momento algo nos arrojará de nuevo a donde corresponde. […]
Con el fin de equilibrar el mundo y no de juzgarlo, decida de qué lado quiere estar ahora mismo, o descubra del lado en que se encuentra para que, cuando guste, intercambie con su reflejo.