Desde pequeño siempre me ha angustiado la idea de morir. Recuerdo que muchas veces traté de intuir cómo sería el momento de mi muerte; a veces me imaginaba anciano, rodeado de hijos y nietos, mirándome todos con ternura, aflicción, amor u odio, a la espera de ese momento final en que cerrara los ojos, pero […]
Si de repente se nos apareciera alguien, de la nada, por lo menos nos generaría sorpresa o miedo pero no nos dejaría indiferentes, eso sí. Como cuando se trata de un muerto viejo…