Amor, Debo de estar maldita, porque aquí está de nuevo tu presencia sin cuerpo, como una placenta vacía. He despertado otra vez de uno de esos sueños donde sí estabas. Al principio no te veía, pero estabas, como ahora.
El calor ha propagado el deseo hacia aquellas partes que el sol no vio, no tocó, que tampoco ellos se han visto ni acariciado. El calor lo ha calado todo como un líquido en las espaldas, en los labios, en la garganta.