Cuando se ve amenazada la Democracia, este mínimo paraguas roído en medio del chaparrón de intemperie económica de las corporaciones, no podemos pensar en otra cosa. Detrás de las zancadillas a la democracia viene la poda a las ideas, a las palabras, a los sueños, a la convivencia. Peor aún, viene la poda de las orejas.
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