Los doctos en todos los temas suelen decir, vaya a saber el diablo la razón, que nada bajo el sol es nuevo, pero casi no hablan del mar, que es el padre de todas las preguntas.
Leemos porque los libros nos cuentan historias. Leemos porque hay un ritmo, una vibración, una poesía, una conexión superior con el conocimiento o con las emociones mismas. Pero también leemos por curiosidad.