Ningún espacio es inútil cuando se trata de defender la vida de los animales. Vivimos una época atribulada en la que ellos, acaso como nunca antes, son las víctimas del poderío de los hombres. Una inmensa cadena de sufrimientos, la que conforma el quehacer de las industrias multinacionales de la alimentación humana, se nos torna invisible. Pero basta que la consciencia de la solidaridad por ellos se despierte para que, con inusitada rapidez, se acceda a las imágenes de su aniquilación sistemática.
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