Esa esforzada ignorancia

Bizarro, por Púrpura CreaCtivo, SALAestrecha, Pereira, Septiembre de 2015.

Bizarro, Púrpura Creactivo, Foto por Andrés Felipe Rivera.
Bizarro, Púrpura CreaCtivo, Foto: Andrés Felipe Rivera.

Por: Camilo Alzate

Pululan por ahí los jóvenes de entornos “alternos” (¿alguna definición creíble a la mano?), bien sea de círculos políticos, bien sea de proyectos artísticos o simples tomaderos de trago un fin de semana. Viven ansiosos por transpirar originalidad, muy irreverentes, muy rupturistas, pero desgraciadamente acomodados en estereotipos que flotan entre la bacanería y el abuso de estéticas importadas, sin fundamento ni aclimatación alguna. Uno comprueba que lo alternativo es otra cáscara vacía, un cliché más. Me estoy imaginando cualquier chiquillo(a) desarreglado(a) de fachas ridículas y peinados rimbombantes, que creará de sí mismo(a) un personaje, una ficción estrafalaria agarrando de aquí o de allá sin saber bien por qué. Proyectará aquella ficción, aquella creación vacía, sobre su círculo de iguales, porque todos resultan fabricados en serie, pero eso no viene a cuento.

Recordé tal espécimen de bicho alternativo cuando finalizaba Bizarro, el monólogo de Púrpura CreaCtivo que andaba de paso en Pereira. Pude constatar, una vez más, el mal uso del vocablo, impostura frecuente de este tipo de individuos que utilizando palabras raras se las dan de intelectuales sofisticados.

(–Es una cinta muy bizarra, loco–. Así le dicen a uno impresionándolo con cierta película extravagante de Godard, dando a entender que es rarísima, inentendible, indescifrable.

–Es una propuesta toda bizarra–. Hablan de algún artista que colocó una extraña instalación de condones sobre los árboles del Amazonas, dando a entender que roza lo absurdo y lo irracional, precisamente por lo extraña y “bizarra” que es la situación.)

Como estos especímenes andan demasiado ocupados en peinarse las bizarras melenas, o en carburar evacuando cervecitas con un ejemplar de Rayuela bajo el sobaco, no dejan tiempo para consultar las dos acepciones que ofrece el diccionario:

Bizarro. Adjetivo. (Del italiano bizzarro, iracundo). 1. Valiente, esforzado. 2. Generoso, lúcido, espléndido.

El monólogo de Púrpura CreaCtivo resume ya desde su errático título el espíritu de una generación –la mía–, cuya clave es una ignorancia estructural junto a la sobredosis de imágenes de la cultura de masas. Pero eso no significa que sea una propuesta teatral deficiente. Al contrario, quizá esa misma ignorancia es la que posibilita alejarse de los esquemas clásicos para acertar con este relato extravagante (que no bizarro), donde se adopta una estética prestada del cómic y de las series televisivas. Hay una figuración alucinante de cuadros y escenas que proyectan la obra por viñetas, por colores, por chispazos gráficos, sin que el actor tenga siquiera que variar su posición en el escenario; hay una naturaleza, una piel, diría yo instintiva, que tiene su origen en el pop art, lo que otorga su seductor atractivo a esta pieza.

El argumento es absurdo y exagerado. Habla de un personaje en constante alteración que no revela ninguna característica de lo bizarro, es decir, no es muy lúcido, ni generoso, ni esforzado. Se trata de un sujeto reprimido navegando en la gris existencia de su oficina y su apartamento, hasta que de repente aflora la maldad: aventuras perversas donde salen cocodrilos y chicas hambrientas de deseo. Sin moralejas, sin discursos trascendentales, sin elaboradas discusiones teóricas, sólo una historia rara que atrapa por el notable trabajo de acoplar los gestos de la actuación y el manejo de luces con un texto retorcido aunque absolutamente comprensible.

Es un teatro joven, lejano de las viejas escuelas, confeccionado con lo que nuestra generación tiene a la mano; no justamente referentes canónicos, ni una honda cultura enciclopédica o una sólida formación intelectual. Este teatro bebe por igual de los Simpsons, la estupidez de Madona, los videos de MTV, y pone tres palabrejas raras para impresionar, lo que no lo vuelve mediocre o inferior, sino simplemente distinto, atractivo en su ignorancia: valiente, esforzado, y quizá sólo en ese sentido un poco bizarro.

Bizarro, por Púrpura CreaCtivo, SALAestrecha, Pereira, Septiembre de 2015.


Camilo Alzate – @camilagroso.

Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

5 comentarios sobre “Esa esforzada ignorancia

    1. Para nada aburrida, la obra es excelente, y lo es justamente porque no asume la pose del artista intelectualoide que se cree superior al resto de los mortales, tan frecuente en otros creadores, sino que se da la libertad de crear un relato a partir de imágenes que en otro contexto serían tratadas de banales y frívolas. Creo que el actor lo dice en algún punto: «Si Dios le hubiera dado alas a los alacranes…»

      Saludos.

  1. Yo creo, Camilo, que la lectura de la reseña, dada la estructura del texto, es engañosa, y en cierto sentido hasta desafortunada… porque, si leí bien, se trata de hecho de una crítica muy favorable de la obra que, no obstante, se diluye o pasa desapercibida por lo que el mismo Jorge apunta: una introducción larga que es más una rabieta suya, como autor del texto, contra un montón de niños «de fachas ridículas y peinados rimbombantes» (es cierto que, ya con eso, uno debería saber que no se habla de quien escribe y actúa la obra, pues William Guevara no tiene ni lo uno ni lo otro) y que yo, en últimas, comparto: es cierto que se ha popularizado un uso impreciso, no autorizado por la RAE y, para decirlo claramente, chocante y hasta bobo de la palabra «bizarro», y que, en cierto sentido, uno podría inferir que esa acepción errónea es la que motiva el título de la obra en cuestión; sin embargo, nada en el desarrollo del monólogo permite sacar esta conclusión literal y tajante que usted propone tan altivamente, pues, si recuerdo bien, en ningún momento el actor pronuncia siquiera la dichosa palabreja. Así pues, viejo Camilo, me parece que se apresura, hila demasiado fino y castiga demasiado severamente a la obra por un error (supuesto, además) idiomático que, con todo, y por lo que leo sé que usted estará de acuerdo, no le resta fuerza ni poesía al montaje, de las que goza de manera saludable. Es desafortunado, digo, porque la reseña arranca por el regaño, y nubla y deja perder todas las bondades que usted mismo rescata de la obra… Ahora: no es que no quepa el regaño; en cierto sentido, es hasta justificado, aunque se base en supuestos (porque ¿por qué, por ejemplo, la obra no podría llamarse «Valiente» o «Esforzado»… o «Bizarro»?), pero, en mi opinión, más valdría haber cerrado el texto con un pequeño jalón de orejas, en lugar de dejar en el aire, con algo de soberbia ─y esto lo digo con todo el cariño y respeto que usted sabe que le tengo─, la idea de que se trata sólo de una obra cándida que parte de un error imperdonable. Hilando muy fino, puedo suponer que ésta no era, en modo alguno, su intención. Mil gracias por el ejercicio que está haciendo, compadre: cultivar la crítica teatral es, sin duda, vital para el fortalecimiento de la escena local, y ¡qué bueno que lo hagan escritores de tan buena pluma!, y no intelectualoides de los que ya sabemos. Saludos.

    1. La introducción a lo mejor será larga, señor director, pero no tanto como su comentario. Creo que nos contagiamos de grafomanía severa. Sin la introducción estoy seguro que ni la mitad de la gente habría mirado la reseña, por cierto, de las más leídas entre todas las que hemos publicado.

      De vez en cuando viene bien un poquito de veneno. Saludos.

Deja un comentario