Hace un tiempo empecé a fantasear con ser una espía, afilada y fría como el hielo, no recuerdo exactamente en qué punto de mi pasado la fantasía empezó a anidar en mi mente, es posible que haya sido en Phnom Penh, en un bar tradicional frecuentado por espías durante la guerra de Vietnam, o cruzando las murallas aurelianas a la madrugada en motocicleta con aquel hombre de múltiples personalidades que vestía chaqueta negra de cuero. En mi primer viaje lejos de casa, unos tipos nada recomendables creyeron que éramos espías y le robaron a mi amigo su cuaderno donde escribía poesías y su cámara de fotos. Vi Europa de Lars Von Trier, y N me llevó por un pasadizo secreto a la bóveda que albergaba aquella colección de armas adorable, bastones letales y glamurosas carteras de señoras con dagas. Después vi Following de Cristopher Nolan y todo se puso un poco raro, una noche tomé fotos de un taller de mecánica en Bogotá y tres hombres me persiguieron, pero no me alcanzaron. X me dijo que había trabajado para la CIA y durante mi misión en un mercado de Guadalajara creí que un hombre me perseguía, le di una mirada amenazante y me escabullí entre la multitud, y acto seguido tuve la sensación de que en realidad no me perseguía pero se había dado cuenta de que yo creía que me perseguía. Y ahora que he visto varias series de espías pienso que en realidad no es tan divertido, creo que lo tacharé de mi lista de trabajos deseados.

Jajajaja quien sabe, tal vez otra aventura como estas sea bueno vivirlas mas de una vez.