Sumatoria y pan
esta madrugada la ciudad está mojada
sobre el jardín las ramas caídas del pino
y un zapato en el cordón de mi vereda
junto al árbol de la esquina botellas tiradas
vidrios incrustados noche a noche
filo agridulce labio sobre labio que fue de boca en boca
entre cartón y nylon aún el caminante
adormece sobre el muro
por la avenida un hombre sale del contenedor
caballo que tira del carro del hombre deambulará por la ciudad
las cabezas giran hacia un aullido rojo
trepan al ómnibus
el eco encendido se aleja
olvidan la basura
un par de jeringas están clavadas en el cantero de la plaza
restos frágiles de solitario apetito
latas vacías herrumbradas
señales para la travesía de alguna plegaria
amanece
desde lejos el luminoso de la farmacia se distingue
aún llueve sobre las azoteas vacías
mis pies dentro del charco
sobre la estatua enredada a la calle
los jirones de un paraguas rojo van merced de la corriente
las colillas de los cigarros se acumulan hacia la negra boca de tormenta
un corazón retoma su latido y
una vez más mi vecina barre
charcos hojarasca de su puerta
en breve paseará su perro de mirada vacuna
y en su bolsa de mandados cargará una flauta de pan
Giran
eco que se apodera de la ciudad y
las cabezas giran hacia el rayo encendido
adiestrados los autos se apartan
salvándose
junto al cordón de la vereda una mirada se hace lejana
se vacía
vacía hasta perder el punto blanco
faro rojo
se pregunta ¿quién será?
faro que agiganta ese aullido
plomo distante
alimentada de ruidos una bolsa de nylon gira por el aire
flamea
se pierde entre las torres amarradas
ya no la ve
mientras en el pasillo se apilan las horas
sobre los bancos de madera y metal
con nombres y fechas rasguñadas ,
opacos por el transcurso anónimo de los cuerpos
y la inmedible espera gira
gira en la puerta de emergencia
Recortes
corre un viento de agosto y
la hamaca se fatiga sola
la lluvia se embolsa en una espera callada
que arde entre sábanas e inflama el vacío
puertas cerradas
un balcón con huecos y flores
alguna ventana entreabre rostros
miradas aquietadas detrás del cristal
humo cortinas de voile
ruidos metálicos gas
aullantes las bocinas se multiplican
los dados cubren un fieltro verde sobre la acera
en una esquina del centro una mujer da de comer a ocho gatos
los tambores aún resuenan
en la ciudad que hoy es convocada
y el ómnibus atraviesa calle a calle
mientras la hamaca la lluvia
el balcón cortinas de voile dados
ocho gatos tambores
la ciudad
El paraguas rojo
junto al aliento de la calle
esperando el verde del semáforo
una bolsa de tu mano
el viento de agosto hacia un lado
otro
el silencio tanto
que calle abajo lento rodaban los recuerdos
caminabas látigo con todos mis sabores desolados
hasta que te perdí,
te perdí entre las luces de los autos
el acomodador con señales a destiempo
transeúntes anónimos ruidos llovizna sobre el asfalto
y yo
yo con mi paraguas rojo
en el borde absurdo de la vereda
Cada día
La noche abre las compuertas
y junto a su perro el hombre aprieta el frío
la misma gloria los une en la calle cerrada
colchón al descanso de héroes diurnos
en un silencio horizontal
chispa encendida
bocanada de humo
cometa que se disuelve en su confesionario
un desconocido tira una bolsa negra con desechos
el gato de siempre lo observa
y durante el día rastro que germina en las calles
cargando al carro bañera chatarra cartón
papel con gritos atados
trasiego de la bolsa negra
que no le preguntamos el nombre
no le miramos el rostro
se escucha ese sonido ácido con rulemanes de vieja chata
que recorre la ciudad y
al que no le llegará una carta
Viento Esquina Montevideo
A Pepe
A tu manera,
hoy en este viento
hondura que no me cabe en los brazos
duele y
atraviesa por un día más
anunciado en
las hojas aún verdes del nogal
vacías
muy temprano cayendo
silenciadas
sólo crujiendo bajo las patas de Lupe
el mar elegido
diciembre 1952
viento Esquina Montevideo
camino a casa
tus pasos a negro tabaco
desde la cuna ese
viento a madera en tus manos
Pasajeros
Los ruidos se agolpan en esta madrugada
el motor de una moto perfora el sueño
lo pincha
filoso lo deja en el aire
y el tren atraviesa el Paso Molino
de sirenas encendidas
de la moto
ladridos de perros
el golpe de un portón cercano
del correr de estas horas baldías
de pasajeros nocturnos
todo se aleja
y continúan
sombrío el viaducto
las ramas de los plátanos
la carreta noctámbula
Pétalos plomo y almíbar
El resplandor sobre su pelo teñido
hoguera los labios que las bocinas encienden
en la cartera fría que balancea su hombro
horas agrietadas sobre los tacos altos
de su espera en pie
la mirada erguida
incansables escoltas
anónimos
mientras su cuerpo hidalgo se pasea
astro una y otra vez
en esa
su esquina nocturna
piropo
bajo los plátanos guardianes
y rota el neón
secreto de la calle empinada
territorio de la noche
gira guía del encuentro
gira rojo almíbar
que el amanecer enmudece
Peatón ocasional
no le dice nada
esta baldosa floja
las paredes sin ataduras
almacén de barrio
la polvareda sin voz
los platos sobre la mesa cercana
un té teñido poco a poco
el hilo de agua en la pileta
las luces que se van cerrando
extranjero atraviesa el seno de la calle ensanchada
y no mira hacia atrás
Dolores Meijueiro (Montevideo, 1964) Estudia Letras en Facultad de Humanidades y Ciencias (Montevideo). En el 2000 publicó “Jirones” (Editorial América Latina, Montevideo, Uruguay) con el cual obtuvo el 3er premio en el MEC en la categoría narrativa. En los concursos denominados “Bolboreta” convocados por la Xunta de Galicia obtuvo el 2do. Premio por “Voces de Tierra y Mar” (Dic.2000) y un 3er. premio por “Begoña la mujer de su casa” (Dic. 2001). En el invierno del 2007 publicó su primer libro de poesía “Mariposa Encadenada” (Editorial Vintén Editor, Montevideo, Uruguay).