Formas de romper las olas, de Roberto Segrov, un libro para degustar lo líquidos que somos – Sergio Marentes

Una semblanza a modo de reseña de lo que fue la lectura de Formas de romper las olas, el más reciente libro de Roberto Segrov, uno de los columnistas de Literariedad y, a partir de entonces, autor de mi biblioteca.

Roberto Segrov
Formas de romper las olas,
Buenos Aires Poetry, 2018.
ISBN 978-987-4197-11-5

Por los alrededores del Café Nicanor, en Bogotá, hay un poeta un tanto místico, una especie salvaje de fantasma electrónico que conversa, aprende y construye el mundo junto a escritores como Beyala, Oloixarac, Cărtărescu, Nooteboom, Ordaz —su padre, a modo de herencia, le enseñó cómo tomar a Hemingway en ambas manos y levantarlo del suelo para verlo evolucionar veloz—, entre muchos otros que, por suerte, todavía desconocemos y que, si en verdad existe la suerte, espero que conozcamos pronto quienes acudimos a los versos de este mago sin huellas. Él es Roberto Segrov, y con su más reciente libro, Formas de romper las olas, llegó la hora en que nos dibuje los reflejos del mar a casi tres mil metros de altura sobre su nivel. Dice Segrov, como quien dice que la música se rasga atravesándola con la mirada, o que al viento se le ayuda respirando, en el primer poema del libro, y que le da nombre: hay formas de romper las olas / te quedas mirando cómo la luz se quiebra con el calor / cómo en la distancia la incertidumbre anida, y yo le creo. Le creo, porque le creo a los poetas. Los poetas no mienten. Los poetas fabrican la verdad.

Dicho esto, que es casi todo lo que tengo para decir, hay que aclarar que no es de extrañar que en Formas de romper las olas, al voltear una esquina, al sentarnos en un parque a esperar o en bajo algún árbol nos encontremos a más cabezas que hemos leído y que leeremos, Hegel, Cohen, Bolaño, pero de ellos que hablen otros, yo prefiero sentarme a leer en todos los sentidos, de todas las formas posibles, como es el agua, el resto de poemas de este libro. Poemas que rinden homenaje, como A ese hombre, en el que hay un verso que podría resumirlo y, a su vez, multiplicarlo: a ese hombre, el silencio de mi verso. Poemas que confiesan que la lluvia borró una sombra sobre las rocas, el primer movimiento luego del olvido, algo que roza y hace temblar, el reconocimiento luego de hacer el amor con un extraño. Poemas que anuncian lo que los chacales del olvido harán, que todo nos acecha y que todo nos depreda, que un día toda bondad se acabará, que la nada es el nombre de todo, que un abismo puede ser el último recurso. Poemas que recuerdan los límites de la memoria, un abrazo de niño al dolor, cicatrices en el vacío, un día en el que ya no hubo un mañana.

Y hay poemas que preguntan, estos son con los que termino esta enumeración apócrifa pero sagrada: ¿cuándo podrán los pasos volver a perderse sobre la peste de sus numerosas huellas?, ¿a dónde miras, canalla, sino a la tiniebla de mi ausencia?, ¿qué prematura canción de cuna entonarán las piedras cuando los siglos tomen por asalto esto que llamamos vida?, ¿qué puedo yo hurtarle a nuestro tiempo?, ¿te acuerdas de cómo moríamos?

Dice Segrov, en el poema titulado como el mismo libro: cuando sueltes por fin el aire que llevas por dentro / alguien dará unos pasos en la cocina / esperarás a que el polvo se asiente sobre tu silueta / un minuto / un milenio / todo aquello habrá pasado / de algún modo / habrá pasado. Y creo que ya todo pasó, porque todo está por suceder: la obra de Roberto Segrov.

Y yo lo leo. Leo a Segrov, porque leo a los poetas.


Roberto Segrov. Bogotá, 1980. Ha escrito Al borde de la noche (Poemas – Editorial Camelot América), Un crepúsculo que no termina (Relatos – Editorial Camelot América). Colabora en las revistas culturales Días Temáticos en los Viernes de literatura y Literariedad en el espacio Oquedades y administra el blog literario SalvoJulia. Es traductor e imparte clases de literatura en varias universidades de Bogotá. Actualmente trabaja en su primera novela y en un segundo volumen de relatos.

Sergio Marentes

Animal que lee lo que escribe. Cabecilla del colectivo poético Grupo Rostros Latinoamérica. Fue fundador de «Regálate un poema» y editor de la revista Literariedad. Colaborador de diferentes medios Hispanoamericanos con aforismos, poemas, articuentos, cronicuentos y relatos de diferentes tipos. Ha publicado el libro de relatos «Los espejos están adentro» y ocho libros de poemas que no ha leído nadie.

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