En la foto: Yolanda Pantin por Vasco Szinetar.
Presentamos una selección de poemas de Yolanda Pantin*, reciente ganadora del Premio Casa de América de Poesía por su obra «Lo que hace el tiempo».
De «La quietud»
Yo soy otra
He aceptado la invitación a viajar.
En el auto,
el paisaje pasa demasiado rápido.
Raspa al oído
la música sorda que el interior repele.
Atravesamos el país sin detenernos,
apenas para orinar o para beber un trago de agua
en las gasolineras.
El verano castiga gris y estático,
como el cielo.
Conversaciones banales distraen el asedio
de las horas muertas.
Levantamos las tiendas
a la orilla de un río ancho y cenegoso.
Las aves chillan al alzar el vuelo.
Me acerco al río
como Narciso al estanque.
Las aguas turbias no reflejan mi rostro.
Yo he soñado con esto.
(la herida ha sanado sobre la carne muerta)
De «Los Bajos Sentimientos»
Valzecito
Un hombre está sentado ante otro hombre.
El uno con terror dirige la mirada al cielo raso.
El otro se concentra en el cielo de la boca.
El uno siente un miedo profundo de sufrir
y así lo expresa:“me lastima lo que hace”.
No podemos decir que el otro lo ha escuchado,
sin embargo murmura tal vez para sí mismo:
“Si extirpo la raíz lo habré salvado, pero duele”.
De «La canción fría»
Las ciudades invisibles
“Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos.”
Italo Calvino
Escribir sobre el amor
los ojos calmos de Verona
-poesía eres tú-
Imaginar una ciudad invisible como ella
reflexionar sobre la muerte y la fotografía
Ser fiel y atento
a todo lo que en ella se niega suspicazmente
tácita y oblicua recordar
-sobre todo-
que aquello que se ama no existe
Sólo veía una carretera polvorienta
«como el calor me sofocaba dije basta
y me senté de cara a la ventana
para refrescar mi cabeza que tiritaba
al igual que una onza de gelatina
Con el hilo del sudor
hice un collar
para apretarme el cuello
además
las noches eran tristes
y rojas
tanto
que me dediqué a soñar con lo ojos abiertos
Sólo veía una carretera polvorienta
Eran noches nostálgicas
Te dije ahógame
y como no había cuerda
y el hilo en el cuello era invisible
juraste amor eterno
me hiciste una escena de celos
Luego lloramos en voz baja
para no despertar a los niños»
De «Poemas del escritor»
El escritor está solo
El escritor está solo
solo ante él
solo ante el mundo
solo ante la persona que ama
Esto último lo aterra
“¿cómo solo?”
Trata de poner en orden sus pensamientos
-la persona amada tiene los ojos color miel-
El escritor tiene un gran miedo
“¿qué diferencia este amor del otro?”
-la persona amada lo mira desde el fondo de sus ojos-
El escritor está aterrado
El amor blande su arma contra un niño
De «Casa o Lobo»
Esta casa surge despacio…
Esta casa surge despacio en el agua de la lluvia que caía por los muros y olía a yerba y a todo eso. Antes salían ellos, los siempre vestidos, y uno se quedaba mirando por detrás de las puertas toda esa agua que irrumpía por los muros y las ventanas abarrotadas. Siempre el gesto cuando el cielo caía desaguándose. También Dios mudaba escaparates en el cuarto de al lado de techo enorme con murciélagos y todo. Uno miraba el aire y predecía; hasta nos besábamos los labios de ser tan fértil la tierra de esta casa. Siempre, siempre, había en los pasillos, en los corredores, en cada una de las columnas, había en el zaguán un miedo acongojado. Nos entran por los ojos letanías cuando de noche relucen candelabros, la mesa y la plata dispuestas, ellos tan vestidos y uno en la puerta rogando de la lluvia por afuera de los muros, la cal y los espejos.
Nada por más me arrancará de mi sitio…
Nada por más me arrancará de mi sitio. Igual fulgor me escupió de muerte cuando reía mi madre y todos. La paz es un minuto. Cierro las ventanas, las puertas antiguas de mi casa. Es un minuto. Tú, ellos, de las palabras, de los labios a las palabras recias. Lento, prolongado, insistente. No alcanzo más que golpear. En este sitio. La palabra a golpes desprendida. Volcada de revés. La calma es un minuto.
*Yolanda Pantin (Caracas, 1954) Poeta, dramaturga y escritora venezolana especialista en literatura infantil. Formó parte del grupo de poetas denominado la «Generación del 78». Galardonada por su obra «Casa o Lobo» con la Mención de Honor del Premio Nacional de Poesía Francisco Lazo Martí. En 1981, junto con otros poetas funda el grupo «Tráfico», el cual erige una ruptura y cuestiona los enfoques poéticos que prevalecían en la Venezuela de esa época. En 1989 funda junto con otros poetas la editorial «Pequeña Venecia» que publica obras de poesía. En 1990, con Santos López, crean la «Fundación Casa de la Poesía». Su libro «Ratón y Vampiro se conocen» forma parte de la lista de Los mejores libros para niños 1993 y la Lista de Honor de la IBBY, la Organización Internacional del Libro Infantil y Juvenil, en 1994.
Ha publicado una decena de libros de poesía: Casa o lobo(Monte Ávila, Caracas, 1981), Correo del corazón (Fundarte, Caracas, 1985), La canción fría (Angria, Caracas, 1989), Poemas del escritor (Fundarte, Caracas, 1989), El cielo de París (Pequeña Venecia, Caracas, 1989), Los bajos sentimientos (Monte Ávila, Caracas, 1993). La quietud (Pequeña Venecia, Caracas, 1998), La épica del padre (La nave va, Caracas, 2002), Poemas huérfanos(La liebre libre, Maracay, 2002) y El hueso pélvico (Eclepsidra, Caracas, 2002). En 2004 su obra fue recopilada en Poesía reunida 1981-2002 (Otero ediciones, Caracas, 2004). Sus relatos para niños son Ratón y Vampiro se conocen (1991) y Ratón y Vampiro en el castillo (1994). Su única obra de teatro hasta el presente esLa otredad y el vampiro (1994). Es además coautora, junto a Ana Teresa Torres, de El hilo de la voz (Fundación Polar-Angria, Caracas, 2003), antología crítica de literatura venezolana del siglo XX escrita por mujeres.