*Por Valeria Laura Castillón
Fotografías: Azael Arroyo
A una semana del sismo de magnitud 7,1 a las 13:14 horas con epicentro al sureste de Xochiapan, Estado de Morelos, que afectó también a Ciudad de México, Puebla y Oaxaca, los mexicanos nos mantenemos activos en la reconstrucción y ayuda a nuestras ciudades. Se han contabilizado más de 300 pérdidas humanas y cientos de desaparecidos.
El martes pasado, justamente en el 32 aniversario del terremoto de 1985, los mexicanos de las ciudades afectadas vivíamos la jornada del día con normalidad, habiendo efectuado un simulacro a las 11:00 de la mañana en conmemoración del temblor que arrasó con la ciudad décadas antes. Nadie esperaba que horas más tarde ocurriría otro terremoto que a muchos nos cambiaría la vida, que sacó a la luz la solidaridad, la hermandad, la consideración y el amor que tenemos por esta ciudad y por sus habitantes.
¿Qué pasó después de las 13:14 horas?
La gente salió de los lugares en los que se encontraba, el pánico y el desasosiego se veía en los rostros de las personas; los noticieros mantenían al tanto de la situación de la ciudad mientras que en internet se viralizaban videos y fotografías de los daños de la ciudad: edificios caídos, explosiones de gas, grietas en muros y pisos. Los helicópteros de protección civil y el ejército no tardaron en hacerse presentes en cuestión de minutos.
La inspección de la ciudad fue inminente. Algunas personas volvieron a sus hogares al poco tiempo. Sin embargo las calles estaban repletas de gente y tráfico, todos preguntando cómo fueron las experiencias individuales. El caos dominaba el escenario de la ciudad, y experimentamos un estado de shock y desconcierto colectivo.
A pesar de ello la sociedad civil no se hizo esperar para ayudar demostrando la unión y el apoyo; la gente comenzó a juntarse en los puntos más afectados para retirar escombros. Los ciudadanos, junto con el ejército, los bomberos, Protección Civil, la policía y el Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas estuvieron presentes.
La gente, hombro con hombro, llevaba víveres, medicamentos, y alimentos preparados para los rescatistas. El trabajo desde entonces no ha parado, y no se han encontrado a todos los desaparecidos. Los tres días subsecuentes mantuvieron un ritmo similar al de las horas posteriores al sismo; sin embargo hay zonas a las que ya no se permitió el acceso a los civiles para ayudar, ya que el gobierno comenzó a meter maquinaria especializada.
Todos aportan algo, la gente dona y colabora con lo que está en sus posibilidades. Muchos civiles salen a hacer brigada de rescate a otros estados afectados. Los héroes entre ruinas siguen de pie con la esperanza de encontrar a los desaparecido.
*Valeria Laura Castillón es estudiante mexicana de Sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana de la Ciudad de México. Articulista en revista virtual Ciudad Escondida.
Azael Arroyo es fotodocumentalista y guionista. Trabaja como realizador audiovisual en SantaFilms y Ruido Blanco Estudio.