«Carne abierta al cielo», poemas de Eva Yárnoz

En El territorio del cuerponuestra edición de mayo, les  presentamos una selección de poemas de Eva Yárnoz* que exploran la memoria del cuerpo, los vientres de la madres que cuelgan como nubes.

Foto: Siora

 

Un poema del libro Universalia Ante Rem, publicado en España en Ediciones Neopatria en 2015:

 

1.

conmutación

explorar incansablemente cuerpo lánguido. como miel caída en el barro, el cuerpo desplumando

carne abierta al cielo, con sangre derramada. con víscera abierta, para explorar, para explorar con la mano. el cuerpo abierto, canción para reventar. la víscera para explorar, el ojo para llorar la miel que habitas, el cuerpo abierto en luz

para mirar. para tocar abierto. con ojos derramados. los ojos tocando, la pupila que escucha una música lenta que todo lo abarca. el cuerpo que roza, la tierra, la tierra que ondea y que baila.

son tres las palabras. una tras otra, la voluntad, la caída, la sauna que roza la piel que se calienta. la brisa que roza la piel cálida, la tierra que ensucia la piel que se embarra. la brisa que roza la víscera. todo cuelga todo encaja, todo pende, todo pasa para decir un orden de la calma.

todo en un minuto, razonado y apolíneo, símbolo para decir un minuto. un minuto para decir el tiempo. el tiempo para decir lo muerto. no morir ya más. la tierra y el cielo abiertos. no morir ya más. estoy a un lado barriendo los polvos del camino. conmuto la piel del cordero por la de los gritos. todo conviene para decir. a un lado del camino.

la música para conjugar los nombres, para resbalar. la música que lleva las pieles de los animales. a cuestas con sus ojos, a cuestas hacia dentro. todo vuelto en sí. todo en un minuto. un minuto para decir el tiempo. el tiempo para decir lo muerto. un minuto cosmos pequeño para decir el tiempo. un pequeño orden para morir. un orden pequeño para decir. apolíneo para ganar, para saber. conjugar los nombres para nombrar. cosmos pequeño para ahogar. la voz que señala los contenidos. para decir nombrar. los ojos vueltos. cosmos pequeños para asomar.

 

 

Los tres siguientes poemas pertenecen al libro Filiación, Premio Flor de Jara de Poesía 2016, publicado por el Gobierno de Cáceres (España):

 

 

2.

los cuerpos de Atacama

fue menos que la madera y el viento latía. dictó las sílabas fue bautizado y fue menos que la lluvia. escuchó su voz intermitente y ya no quedaba nada vivo entre sus dedos. había miradas lánguidas y ojos brillantes en la espalda de su cabeza. había manos suaves y brazos que bajaban hasta las piernas. había sábanas blancas y dientes alineados. había imágenes pegadas en su piel de cordero.

había nubes en el altiplano y el desierto se abrió. degollado el llanto. atacama. cielo abierto siempre hasta el final de la estratosfera. y luego, estrellas, materia extrañada. noches que no se estrellan, vía de leche vacía como un llanto perpetrado por oídos en su infección. había sarpullidos en su horizontalidad. y cuerpos que gemían una lengua nueva. se contorsionaron hasta que no supieron amar más. y luego cayeron suspendiéndose en un vacío amable, que les sostenía con el roce de su gravedad. había flautas y timbales. había campanas y manos que se ofrecían abiertas, hasta que ya estaban tan blancas y tan pálidas. había llantos interrumpidos en su opacidad. y las campanas se organizaban hasta formar un conglomerado de dianas y de campos de tiro.

como los ojos de Paz, ojos de perro. ojos en su jadeo intermitente que suplican un rayo de sol sobre el pelo, mecerse como briznas de hierba aumentadas y multiplicadas. mecerse como partículas que se suspenden cerca de la orilla y quedan bajo el cielo, ahí. alguien fotografió su invisibilidad y luego lloró años atrás. puedes masticar esa opacidad del cuarzo. apunta a ti.  como una ventosa que se aferra a los objetos electrónicos que deletrean el hambre. o el deseo. solo un desayuno y un café. hacer la cama al día siguiente. las manos que se extienden blancas.

 

 

3.

que ya está el cuerpo. ojo profundo que no tocaba el suelo. campo de azucenas, mano abierta en la tierra que se abría blanca hasta el final. hoja profunda hasta su raíz. voz de la flor que asciende. el cuerpo que arranca pedazos de la tierra seca que herrumbra. no se fertiliza infértil la mano. el ojo profundo en fe que se posa en objetos que no son. así que era sombra mano que no era, cuerpo ondulante y voz puñal del cuerpo abierto en dos lenguajes.  solo tocamos el espejo.

 

 

4.

vientre de aguas II (impregnación de la maternidad)

entre el sonido de las olas vientres en movimiento donde las nalgas sacuden las ratas del agua y despiden a los erizos. entre el ritmo apresurado del sonido de los órganos, se exhala el viento del agua que sacude las piedras. ahora sin manos en el agua sólida del brazo, el agua sola exhala la mano que soporta los vientres maternos. ahora en el agua del vientre el niño escupe los líquidos inconexos. en la música del vientre el agua sola refleja el cielo del océano. entre la tragedia rocosa donde los vientres yacen. y así sucesivamente donde los vientres cuelgan como nubes y las madres son sólo madres. ahí solamente. en el vientre de la madre.

 


* Eva Yárnoz (Pamplona, España, 1975) es autora de los poemarios Universalia Ante Rem (Neopatria, 2015), Filiación (Editora Regional de Extremadura, 2017, Premio Flor de Jara de Poesía 2016) y Cauces del que teje (Ediciones Trea, 2019, finalista Premio de Poesía César Simón, 2015) . Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid con estudios de Postgrado en Reino Unido. Durante años se ha dedicado profesionalmente a la traducción.

​Sus poemas han aparecido publicados en revistas como Cuadernos del Matemático, Babab y Nayagua, en España, o Mascarada en México. Es colaboradora habitual de la revista Conversos.

 

Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

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