Gritos desde el pincel

 

Por: Antoine Skuld

Para la pintora de mis días

 

No es la ausencia de todo defecto sino la presencia de eminentes cualidades lo que constituye un temperamento y hasta un genio. Ciertos hombres, capaces de un ardor indomable, no pueden resignarse a la implacable sabiduría de la mediocridad. Entre éstos, Caravaggio…

Schoelcher.

 

A Caravaggio lo situamos en una época de cambio entre los siglos XVI-XVII, en lo que significó el final del Manierismo y el principio del Barroco. Nació en una ciudad de Bergamo, en la región de Lombardía. Su padre era como un maestro de obras de la corte en Caravaggio y hombre de confianza de Francesco I Sforza. Su vida estuvo marcada por un carácter indómito que le proporcionó continuos enfrentamientos con la justicia debido a sus numerosas peleas. Es ciertamente difícil calificar la importancia que Caravaggio ha tenido para la Historia del Arte ya que ha sido uno de los más geniales pintores de la historia. Caravaggio viene a ser el punto de referencia de la mayoría de los artistas posteriores, sobre todo su influencia será decisiva para toda la pintura barroca.

Durante su tiempo, en Roma se estaban dando las últimas manifestaciones del Manierismo. Pero en la Italia septentrional comienza a surgir una nueva corriente que se opone por completo a la anterior y que será la base del Barroco y estará representada por dos polos opuestos: Anibale Carraci, en representación de lo ideal, frente al Caravaggio, quien por el contrario, representaba lo real. Caravaggio fue el primer artista en elevar la naturaleza muerta a categoría de género. Estuvo en sus primeros años interesado por este tipo de pintura. Para él un cesto de frutas y flores tenía la misma altura que un pasaje de la Biblia. Los ejemplos los tenemos en «Muchacho con canasto de frutas» los distintos «Bacos» o en la «Cesta de fruta».

Siendo muy joven, y habiendo perdido a su padre, marcha a Milán para ingresar en el taller de Simone Peterzano, un artista tardo-manierista que se consideraba discípulo de la pintura de Tiziano. De él aprendió los postulados del manierismo adquiriendo una mezcla entre el color y la sensualidad venecianos frente al iluminismo realista dominante en la Lombardía. En el taller de Peterzano permanecerá durante cuatro años revelándose como un auténtico virtuoso de la técnica con gran dominio del color, el dibujo y la pintura.

Caravaggio conoció muy bien un famoso tratado manierista sobre la pintura escrito por Lomazzo, publicado en 1584 y que defendía lo clásico como fuente de inspiración. De Lomazzo capta la idea de reflejar la psicología del pintor en la pintura y la captación del «moto» (movimiento interno de las figuras que traducen las pasiones y su psicología). Se referirá a la Naturaleza como fuente de inspiración a la vez que hace caso omiso a la idea del decoro defendida en todos los tratados de la época. Contra el decoro atentaba Caravaggio con su galería de personajes ya que perfectamente se podía identificar a los apóstoles con mendigos, a los ángeles con pordioseros y vírgenes con prostitutas, en definitiva, gentes de la calle que él mismo frecuentaba. Y no solo eso sino que como pordioseros tenían la piel sucia y los pintaba demacrados por su azarosa vida.

Antes de su decisiva llegada a Roma, de 1584 a 1589 época aun de formación, pudo ver lo que se estaba haciendo en Brescia, Cremona, Lodi, o Bergamo. Ciudades pertenecientes a la Lombardía. Y por fin, Roma. Su madre había muerto cuando él tenía diecisiete años y decidió vender todo y marchar a la capital artística europea para realizarse como pintor. Camino de Roma hizo dos paradas que asentaron un precedente dentro de toda su obra: una fue en Parma donde vio una «Deposición» de Anibale Carraci en Los Capuchinos cuya virgen desmayada tendrá mucho que ver con aquella que pintará 15 años después. El otro punto fue Florencia. Allí quedó maravillado por los frescos de la capilla Brancacci en la iglesia de Santa María del Carmine pintados por Masaccio, primer artista del renacimiento que supo interpretar la realidad.

Sus primeros años en Roma son de miseria, siempre protegido por una serie de gentes, en lo que será una constante en su vida, pertenecientes a las mejores familias de la época (los Sforza, los Colonia, los marqueses de Caravaggio, los Borromeo y los Doria) y personas de la iglesia. Ellos serán quienes le proporcionarán la clientela haciéndole ellos mismos encargos de frescos y cuadros para decorar sus palacios e iglesias a la vez que le sacarán continuamente de los distintos apuros en los que se verá envuelto. Las primeras obras que realizara Caravaggio fueron cabezas o copias que superó como un genio que era. Pero aún así seguía en la miseria, incluso ingresó en un hospital de los pobres en donde pintó algunos cuadros para el prior del hospital, un hombre de Sevilla que introdujo dichas obras en España. Obras que influirán mucho, veinte años después, en los maestros del Barroco Español: Velázquez y Zurbarán. Nada más llegar a Roma comienza ya sus problemas con la justicia y la policía. Fue entonces cuando decidió no pintar otra cosa que no fuese la realidad. Entra a trabajar en el taller de Giuseppe Cesari, un manierista conocido como el Caballero de Arpino quien le muestra el camino del éxito, ya que su taller era el más frecuentado en la época. Allí conocerá a Monseñor Maffeo Barberini (quién será papa Urbano II) y a los hermanos Giustiniani quienes marcarán un momento decisivo en su carrera consiguiéndole muchos encargos por su estrecha amistad. Para el Caballero de Arpino pinta, por ejemplo, «Baco enfermo» y «Muchacho con canasto de frutas». Pero aún estaba por conocer al personaje crucial de su vida, el cardenal Francesco del Monte, representante del gran duque de Médici en la Santa Sede, quien vivía en el Palacio Madama de Roma (actual sede del Senado), un Intelectual muy bien relacionado con el que vivió de 1595 a 1600. Para él realizó el único mural que conocemos del artista ya que siempre solía utilizar la técnica del óleo sobre lienzo. Es la época en la que hacía pinturas de género, obras ya maduras con fuerte carga trascendental y de complicada lectura como «Concierto de jóvenes», «Medusa» o «Tañedor de Laúd», donde aparecen sus temas más recurrentes: jóvenes andróginos, naturalezas muertas, música…

FOTO 1 (3)Muchos de sus personajes se repiten (él mismo se autorretrata frecuentemente) y suelen ser, jóvenes con una fuerte dosis de sensualidad, «castrati», jugando con el tema de la androginia, un tema que ha dado pie a toda clase de teorías acerca de la homosexualidad pero que, en definitiva, tiene una clara lectura sobre la lucha de fuerzas opuestas. Todo ello nos lleva al neoplatonismo, una mezcla de la filosofía griega con el cristianismo a través del humanismo. Con del Monte termina su miseria. Lo más importante es que le conseguirá su primer encargo público, escenas de la vida de San Mateo para la capilla Contarelli de la iglesia de San Luis de los Franceses de Roma, cuando tenía 24 años. Para esta serie vuelve a pintar personajes de la vida real creando una auténtica polémica. Al fin y al cabo era un recién llegado a Roma. Esta serie suponía comenzar a hacer cuadros de historia, esto es, más personajes, crear un contexto y hacer una narración. Pero Caravaggio reduce la historia a un momento culminante, no genérico, como si del disparo de una cámara fotográfica se tratase. En cuanto al contexto, la ausencia de fondos en sus obras resalta mucho más el contraste. El éxito fue tal que se le encargó dos lienzos más para la iglesia Santa María del Popolo también en Roma. Pero la falta de decoro, una vez más, paralizaba en cierta manera los encargos. Y aun así los coleccionistas se disputaban las pinturas que la iglesia rechazaba. De hecho la «Dormición de la Virgen», que se encuentra hoy en el Louvre, fue un encargo para la iglesia de Santa María della Scalla en Roma que fue rechazado por haber utilizado como modelo para la virgen la cara de una prostituta y el cuerpo de una mujer ahogada en el río, de ahí que tenga el vientre hinchado. Finalmente fue Rubens quien la compró para el Duque de Mantua.

Los años que van de 1599-1606 están salpicados por continuos altercados con la justicia. En 1601 hirió un antiguo sargento del Castillo de Sant’Angelo con una espada teniendo que intervenir para sacarle de la cárcel el embajador de Francia para el que había decorado la capilla Contarelli. Hubo un intento de homicidio a un notario que le había acusado de vivir con la prostituta que le sirvió de modelo para la «Magdalena» y la «Dormición de la Virgen». Por ello tuvo que huir a Génova aunque no se sabe por qué el notario retiró los cargos y volvió a Roma. El hecho definitivo sucedió un día que jugando a la pelota con un jefe de una banda callejera tuvo una discusión y Caravaggio le apuñaló causándole la muerte. Sentenciado para ser degollado otra vez tiene que huir de Roma. Será ahora cuando realice sus mejores cuadros en donde la luz tendrá una gran importancia. La luz ha sido siempre una constante en su obra como una protagonista más. El foco nunca aparecerá y además suele ser artificial, símbolo de lo sobrenatural y lo divino de acuerdo con la metafísica de Platón y san Agustín en donde Dios es la luz. En las nuevas obras los colores se intensifican así como el dramatismo dejando grandes vacíos para ello. Tras el asesinato llega huyendo a Nápoles ya que ahí no tenia peligro puesto que era un virreinato español y no dependía de Roma. Se le encarga «Las siete obras de la Misericordia», «La Madonna del Rosario» y pintó varios lienzos de la Pasión de Cristo.

A su paso por Nápoles marcará la pintura del Españoleto quien trajo el tenebrismo a España. En 1607 se entera de que están construyendo la protocatedral de San Juan en la Valetta, Malta y va allí en busca de encargos. De nuevo es acogido por el Gran Maestre de la Orden de los Caballeros de Malta, siendo nombrado incluso, él mismo caballero. Pero otra pelea con un caballero hizo que el Gran Maestre le arrestara, enterándose además de su pasado por lo que otra vez huye para refugiarse en Sicilia. Allí permanecerá los años 1608-9, trabajando en Siracusa, Mesina y Palermo, envuelto siempre en problemas, hasta regresar a Nápoles donde recibe una paliza que le dejará grandes secuelas. Desfigurado realiza una pintura agónica y hace su última obra, un «David» que es una especie de reclamo del perdón al Papa. La historia dice que perdonado se encamina hacia Porto Ercole para volver a Roma pero en 1610 muere de malaria.

Fue un artista rebelde e independiente que llevó una vida agitada y aventurera. Su especial interés por la luz y por representar fielmente la realidad le hizo evolucionar hacia un estilo muy personal, muy realista y tenebrista. Se le considera pues el iniciador de esta primera corriente del Barroco que tuvo bastantes seguidores entre todos los pintores de Europa durante la primera mitad del siglo XVII. Este cuadro, el único de Caravaggio que hay en el Museo del Prado, es paradigma exacto de esas características. Las figuras de los dos protagonistas -el joven David y el gigante filisteo Goliat- se destacan, fuertemente iluminadas, sobre un fondo de sombras. El realismo de la cabeza cortada del gigante es de un naturalismo ciertamente dramático. Sorprende también la organizada composición que hace recoger la escena en un espacio muy ajustado. Caravaggio fue uno de los primeros artistas a los que la historia dotó de una mala leyenda. A partir de ella, admitiéndola o negándola, los historiadores han intentado acercarse a un personaje al que se ha definido diversa y contradictoriamente. Existe un Caravaggio pendenciero y en conflicto permanente con la justicia y un Caravaggio admirado en los círculos intelectuales de su tiempo, un Caravaggio considerado libertino e irreverente y un Caravaggio al que se presenta integrado en la sensibilidad del catolicismo militante, un Caravaggio que faltaba a las reglas del decoro y de la invención y un Caravaggio dotado de un singular pensamiento figurativo y de una potente capacidad de innovación iconográfica. Pero, en cualquier caso, Caravaggio a lo que siempre se resistió fue a ser un pintor de una sola dimensión. Si un Caravaggio existe es el artista de rasgos múltiples y complejos. A veces, el encuentro con su obra no surge fácil. Las pinturas y las imágenes de Caravaggio tanto pueden atraer de inmediato como hacer sentir incómodo o desconcertado. En principio, Caravaggio se limitó a mostrarnos con su obra los imprecisos límites entre lo devoto y lo profano, lo divino y lo humano. Ángeles, alas, seres que arrastrarán a los héroes al cielo o al infierno como le gusta decir al héroe de Cawdor, ese joven que conocemos con el nombre de Macbeth. Y el claroscuro. La obsesión del claroscuro. Aunque la utilización de un intenso claroscuro y de personajes cotidianos como modelos había surgido ya durante el siglo anterior en el arte del norte de Italia, Caravaggio aportó intensidad dramática y sentido devocional a su pintura, contribuyó al origen del barroco en Roma. A pesar de que sostenía que la naturaleza era su único maestro, es obvio que estudió y asimiló los estilos de los maestros renacentistas, especialmente el de Miguel Ángel. El impacto de Caravaggio fue decisivo en el arte de su época. No tuvo discípulos pero a lo largo del siglo, tanto en Italia como en otros países, floreció una escuela derivada de su estilo naturalista.

Un hombre cuya vida fue también nada anónima y lujuriosa. El último renacentista, el maestro de los barrocos italianos, las definiciones sobran ante estas obras tan personales y desafiantes. La experiencia del Arte se nutre de la emoción interna. Y los recursos multimedia, tan abiertos al destello y a la dispersión, pueden, a veces, ser conducidos, con éxito, en sentido contrario: hacia la emoción.

 

Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

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