
Vuelve, amor mío, aún nombro las estrellas
para que las vistas de luz y las lances a la noche.
Vuelve, te prometo que huiremos a otra ciudad,
que cambiaremos nuestros nombres,
que robarás una buena peluca rubia
y conduciremos entre el polvo y el futuro.
Viviremos allí donde el camino sea vibrante
deslizándonos decididamente entre los brazos del aire.
Vuelve, amor mío,
aquí hay una soledad tan grande
que se puede sentir
en los pájaros y su música que colma el universo.
Vuelve,
pero trae contigo la dulce furia de esos días
hermosos días donde el olor de tu sexo se derramaba
más allá de las ventanas, más allá del sol.
Ven, entra a esta habitación,
traspasa mi cuerpo de nervios y humo,
asesíname lenta y suavemente como si aún me amaras.
Yo sigo enfermo de infancia, esperando,
asediado en la oscuridad por ejércitos de oro
que me enseñan con paciencia
el arte de olvidar bajo la lluvia.
***
Viajando por constelaciones moribundas
hemos aprendido a navegar abismos;
sobre lejanos cráteres
erigimos laboratorios, cocinamos la maldición.
Nuestros dealers rondaron esquinas del paraíso.
Y una eterna generación de soñadores clandestinos
alucinó el sol púrpura en otras pieles.
El tiempo arde desde la vasta condena,
ardería aún más
pero no ha nacido entre dioses
quien ame o se drogue lo suficiente.
***
Dentro de mi pecho
un incendio
y una casa hecha de palabras.
Hablo de soles que celebran su presencia,
de mañanas nacidas
para justificar su jardín.
Hablo
del circo que allí vuelve con la lluvia,
de los trapecistas
que saltan de un lado a otro de mi corazón.
El incendio baila enamorado de la brisa
internándose en su centro, expandiéndose en sus límites.
Casa e incendio son un mismo cuerpo en mi cuerpo.
En su barriga
la caravana y su música, las carpas, los colores,
la respiración, la piel. Todo
es sacrificado, todo se integra y canta.
Fiebre por siempre, fiebre en mis manos y luz en mi pecho.
Con cenizas escribo el poema.
***
Si has podido mantener una calma enfermiza
aun cuando mil caballos embalados
combaten en el charco de mierda que es tu mente.
Si has amado en el abismo
y tú eres el único sobreviviente
a la asfixiante felicidad
del descenso.
Si todos los seres que has sido desde siempre
están brutalmente desesperados.
Si cada mañana al tomar la Uzi
que intentas negociar
sueñas volar cabezas de soñadores.
Si aún no has enloquecido en los manicomios
donde te confinaron para silenciar tu don profético.
Si eres indiferente ante la masacre
y puedes mirar tranquilo en tu televisor
la exhumación de millones de invisibles.
Entonces, hermano,
el mundo es tuyo
y toda la sucia pureza que habite sus alrededores.
***
PERDEDORES HERMOSOS
Cerveza y mujeres
y el sol huyendo a toda prisa
travestido de luna:
breves visiones del paraíso,
imágenes como postales de lluvia
exacerbadas
por el delirio de nuestros corazones al aire.
Bebedores lacónicos oscilándose como navajas,
evitando los bordes,
porque nadie roza a nadie
pero todos aman
peligrosamente a todos,
en los bares,
en las esquinas donde ángeles puntuales
venden perfectas dosis
de lírica eternidad.
Perdedores hermosos
de brazos que se extienden en el espacio-tiempo,
como versos,
como pájaros que enseñan un camino aparente
hacia una iluminación conseguida
mientras se come mierda en las calles.
Días embrujados hermosamente
por el gigantesco útero de la vida
que lo expulsa y lo contiene todo
***
LA DIETA
Come toda la luz que puedas antes del desayuno.
Si tienes ansiedad
cálmala con cerveza
y espera, pero sé precavido
el tiempo es un cazador ciego.
Al almuerzo
traga países como manzanas, continentes completos.
Y toma tu intemperie y viértele mares y ríos y duras calles.
Repite esta rutina como respirar,
siempre cuida tus espaldas,
nunca confíes completamente en nadie.
Al cabo de no pocos años
habrás ganado un alma de lluvia,
inundarás las calles, regarás las cosechas,
te rebasarás y escaparás de ti mismo.
Y tu casa será la soledad, allí aprenderás a amar.
Y te hallarás libre y completo
porque no ardiste lentamente hasta desaparecer
como todo lo que alguna vez ha vivido en este mundo.
Tu camino es otro:
Un beso prolongado. Una ruta salvaje entre las estrellas.
Norman Paba Zarante. 1985. Nació en Cartagena, Colombia. Poemas, entrevistas, y textos suyos han sido publicados en revistas nacionales e internacionales de literatura y poesía. Como poeta invitado y tallerista ha participado en distintos festivales y eventos. Finalizó estudios en Literatura en la Universidad de Cartagena. Magister en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia en la línea de Poesía. Participó en la antología de poesía colombo-peruana “EN TIERRAS DEL CÓNDOR” del Taller de Edición Rocca, lanzada en la Feria Internacional del libro de Bogotá en el 2014. Hace parte del comité editorial de la revista Circe de la Maestría en Escrituras Creativas donde dirige la sección de poesía. Dirige y dicta el Taller de Apreciación y Creación Poética RUIDO CIEGO para la Dirección de Museos y Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia.