Evangelio de arena o un canto a la nada — Hugo Oquendo-Torres

No es más que otra forma de nombrar la nada — Foto: Everbay.

 

Presentamos una reseña de Hugo Oquendo-Torres acerca de la novela Evangelio de arena, de Juan Esteban Londoño, publicada en Sílaba Editores (Medellín, 2018).

 

Por Hugo Oquendo-Torres

 

La obra Evangelio de arena (Sílaba Editores, 2018) es la primera novela del escritor Juan Esteban Londoño, quien nos presenta las memorias de un pescador judío llamado Shimón. Dicho personaje en la juventud invadió ciudades, mató hombres, bebió de poetas, cantores y fue uno de los doce del Maestro Nazareno. Shimón, ahora hecho un anciano con los sueños cansados, desde la isla de Chipre será la voz que nos narrará su propio evangelio. Un evangelio de misterio y arena. La trama se abre en el contexto del Israel del siglo I, el cual padece los horrores del hierro bajo la ocupación romana y la asfixiante ortodoxia judía. Que en términos concretos se traduce en miseria, hambre, violaciones, destierro y muerte. Nada diferente a las situaciones que atraviesa el contexto colombiano, donde la interferencia del gobierno estadounidense, la clase política corrupta y el gendarme religioso condenan a los vomitados de la historia. No obstante, dicho evangelio no pretende ser la verdad. Acaso, es sólo una huella en la arena, que no es más que otra forma de nombrar la nada.

En cuanto a los personajes, además de Shimón, también están Reubén hermano de Shimón; Bar-Rabbah líder de los rebeldes zelotes; Gaón cabecilla de la resistencia en El-Hule; Yehudah guerrero disciplinado y convencido, una suerte de hombre nuevo versión hebrea; María de Magdala, un personaje que se torna en la memoria de las mujeres, que integraron el movimiento del Nazareno. Este maestro, vagabundo de las dunas, hacedor de historias y mesías de los despreciados del imperio y del templo, será la piedra angular del relato. Asimismo aparece Calicles, un esclavo culto de origen griego que ha sido el tutor de los Fabios. Tanto Bar-Rabbah como el Nazareno y Calicles desempeñan un rol fundamental en el drama de Shimón ante el desmoronamiento de su mundo. Shimón, joven expectante de la liberación de Israel, es llevado al escepticismo de sus dogmas y aún al de la unidad de su pueblo, hasta el punto de preguntarse, «si es necesario el sacrificio de un hombre para la instauración de una quimera» (Londoño, 2018, p. 61).

Con referencia al ambiente de la trama, es preciso mencionar que ésta se desenvuelve en una atmosfera de tensión, ya que se teme una revuelta judía. De igual forma, está presente el desencanto de un hombre ante su propio mundo. Tradición, Torah, tierra y templo se agrietan. Esta idea contrasta con la referencia a que las memorias se están escribiendo sobre una barca que mece el mar. En este sentido, recuerda el Maestro: “hasta las piedras y la arena se remueven, porque la ruta del agua cambia a cada instante” (2018, p. 39). —«Todo fluye, nada permanece», dice otro maestro. Respecto a la estructura, la novela está compuesta de 38 relatos. ¿Capítulos o recuerdos?, cada lector dará memoria. Del mismo modo, la obra de Juan Esteban Londoño podría releerse a partir de los encuentros que le ocurren a Shimón. El pensamiento del personaje se ve trastocado, tanto con Bar-Rabbah, Yehudah, el Maestro Nazareno, el anciano Josef, María de Magdala, Gaón y la anfitriona Samaritana. Tal vez, los encuentros sean otra forma de estructura interna que serpentea en la novela.

El tratamiento del lenguaje en Evangelio de arena no pasa por alto la presencia de la belleza. Esto se puede apreciar en la prosa poética con la que está narrada la obra. Para citar un ejemplo, traigo a colación una escena en la que Shimón va al desierto en búsqueda de Yehudah: “Me descalzaba al atardecer para sentir la arena fresca en los dedos. El viento soplaba una lengua diferente. Cubría mi rostro y avanzaba, tratando de encontrar algún refugio. La desolación flameaba sin palabras y la nada se expandía ante mí” (2018, p. 49). De igual manera, el carácter dubitativo del personaje Shimón devela un viso estético. Éste lo lleva a construir un diálogo interno dotado de poesía y pensamiento: «¿Y si lo divino no se llamara solo como el Sin Nombre sino que tuviera también otros nombres de fuerzas irracionales, de magia? ¿Y si también hablara en los diferentes sacerdotes y poetas, en las sacerdotisas embriagadas delirando lenguas incomprensibles? El Sin Nombre podía ser todos los nombres». (2018, p. 45).

Otros aspectos para resaltar, sólo para mencionar algunos, son: las intertextualidades que ocurren entre las referencias a tópicos teológicos como la historicidad de Jesús o el absolutismo religioso; así como con algunas corrientes filosóficas que de algún modo confluyen en la novela. Pienso que la presencia de Calicles es un signo de ello. Por otro lado, también se percibe una cercanía con la epopeya griega, así como con la poesía de la tradición hebrea. La alusión a la obra homérica, los cantos eleusinos y la poesía del Cantar de los cantares son un guiño intencionado. Pero bueno, esto es sólo una provocación para quien decida recorrer las viejas sendas del beduino, donde cada pisada siempre es por vez primera. A modo de conclusión, es relevante decir que Evangelio de arena, además de presentarnos otra versión de Judas (Yehudah) como una vez lo hizo Jorge Luis Borges en Tres versiones de Judas (Artificios, 1994); ella entra en diálogo con un sinnúmero de relatos acerca de Jesús, tales como: los evangelios apócrifos, los del canon bíblico, El evangelio según Jesucristo de José Saramago (1991) e incluso con la película Dios y el diablo en la tierra del sol (1964) del director brasilero Glauber Rocha.

El hijo de mujer, ¿hombre o mito?, ¿qué importa? Todo lo que se diga no escapará al universo de arena que son las palabras. Que cómo bien lo afirma el personaje Shimón: «Nuestro país son las palabras» (2018, p. 51). Mas, resulta paradójico que Shimón, vocablo hebreo que significa «el que es escuchado», no recibe una palabra sino el silencio. Al inicio mencioné que la trama de la novela no dista del contexto colombiano, porque, como queda develado, los signos de la violencia se tornan cíclicos en el devenir de la humanidad. En Colombia el Estado tortura, asesina, desaparece a los líderes y lideresas sociales que alzan una voz de protesta; igualmente algunos jerarcas, tele-evangelistas, apóstoles de los medios y pastores de las iglesias, instigan al odio por lo diferente, como por ejemplo, los derechos de las mujeres y el respeto por la diversidad sexual. Al final, toda esperanza de liberación atribuida al mesías, quien ha sido llevado a la ciudad del sacrificio, sobreviene en fracaso. Probablemente el Maestro no era más que un hombre buscando su camino. Quizá, en el ocaso de los años, cuando la nada se ha transparentado, Shimón percibe algo, «el mar es su desierto de agua» (2018, p. 105).

 


Hugo OquendoHugo Oquendo-Torres. Chigorodó, Colombia, 1982. Teólogo, profesor universitario y estudiante del Programa de Maestría en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira. Ha hecho estudios de teología con la Universidad Bíblica Latinoamericana de San José de Costa Rica. Ha publicado los libros de poesía: Catarsis de la memoria y otros silencios (Medellín, 2011), Poesía del cuerpo desnudo (Metanoia, Rio de Janeiro, 2014); y uno de cuentos que titula: Lo secreto (Klepsidra, Pereira, 2018). También ha escrito una serie de ensayos de teología y literatura, entre ellos: En la cama con mi madre: pensar y sentir la teología desde la piel (Revista Perseitas de la Fundación Universitaria Luís Amigó, 2014); Tengo el sexo marcado: erótica de la resistencia (Escuela Superior de Teología de San Leopoldo Brasil, 2016) y Soy un dios y, sin embargo, ¿qué trato he recibido de los dioses? Rasgos del héroe trágico en el Prometeo de Esquilo (Polilla. Revista literaria, 2016). Algunos de sus poemas han sido publicados en el Boletín Rectoral de la Universidad Bíblica Latinoamericana (2011), en la Revista de Poesía Prometeo (2012) y en la Antología Relata (2014). Además, ha sido poeta invitado al IX Festival Internacional de Poesía en Pereira, Luna de locos (2015); y al XXVI Festival Internacional de Poesía de Medellín Prometeo (2016).

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Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

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