Poesía, la palabra en sí ya es bella, pero… ¿qué me dicen de todo lo que enseña?
Durante este año me he metido en la intimidad de poetas incautos que dejaron sus entrañas a la vista de todos, como el que deja la puerta abierta de una habitación de hotel mientras habla en el idioma de la muerte con la rosa negra que le devuelve su mirada en el espejo. Y en el segundo que intuye la correspondencia con su alma, busca desarmado una sonrisa en la oscuridad del pasillo vacío.
Quizá me precipite al llamarles incautos, pues muchos supieron esconder sus vísceras con aparentes capas de carne magra y piel. Probablemente la incauta sea yo, que me acerco a estos ciudadanos de la noche con total indiferencia; buscando, en su arte de palabras, apenas una canción; pero encontrando sueños encerrados en piedras que al perfil de la hoguera danzan al ritmo de una tiránica música callada, como acabados de salir del diluvio, errantes por caminos cerrados, a punto de entrar en el presente paraíso precario.
El ojo de la mujer que soy, busca incansable lecciones o crónicas, espacios, postales o tiempos dentro de estos poemas de la ofensa, pequeñas astillas que se escapan a nuestro intelecto, porque estamos sumidos siempre en esas prisas del instante. Apenas nos queda tiempo para disfrutar de esa combustión interna que es capaz de provocar la poesía.
Afortunadamente, yo, gracias a estas gotas amargas que llevo en mis bolsillos desde hace un año, he encontrado a mis compañeros del crimen.
La escritura de esta columna me ha regalado una valiosa enseñanza. En realidad la aprendí hace tiempo, pero sin lugar a dudas Gotas Amargas (llamada así en honor a Silva) me ha confirmado que no sé absolutamente nada, que queda mucho por aprender. Gotas Amargas me ha instruido para dominar el pánico de colaborar junto a estos grandes talentos que tengo por compañeros; a someter la angustia que provoca no querer dar una opinión mínimamente negativa, pero no estar dispuesta a mentir; a lidiar con todo lo que la poesía me enseña de mí misma (de todos los diferentes personajes que soy). También me ha enseñado a aceptar que en ocasiones puedo no entender nada y eso está bien, porque puedo empezar a construirme de cero.
Me siento enormemente agradecida por la oportunidad que me llegó a través de la poesía de Albeiro Montoya Guiral, que además de gran poeta, editor y compañero de batalla, se ha convertido en un gran amigo que aguanta valiente todas mis volatilidades. Agradecida por formar parte del Comité Editorial de Literariedad junto a mis queridos compañeros John Díaz Cruz , artista sin par; Juliana Gómez Nieto, poeta y periodista voraz y Camilo Alzate, cronista de la realidad. Agradecida también por colaborar al lado de Sergio Marentes, Juan Guillermo Ramírez, Pablo Montoya y don Juan Manuel Roca.
Muchas gracias a todos los que leéis Gotas Amargas, gracias por creer en la poesía y por cultivarla. Gracias por leer mis opiniones, que aunque angustiadas en ocasiones, siempre sinceras y redactadas desde la humildad que nace de saber que sólo sé que no sé nada.
¡GRACIAS PEATONES!
-Noelia Martínez-
Muchas felicitaciones 🙂
Muchísimas gracias bellaespiritu. Gracias por leernos. Un abrazo.
La verdad es que de un tiempo a esta parte me he vuelto muy fanática de Gotas amargas. Me hace muy feliz leerte, así que los agradecimientos son mutuos. Cada descubrimiento, cada aprendizaje que hayas realizado se refleja en tus letras y se proyectan en la vida de los lectores. De eso doy fe.
Muchísimas gracias, Llave de Cristal, por estas palabras tan condenadamente amables y cariñosas. Un fuerte abrazo.
Muchas Felicidades por este tu primer año que estoy segur@ es solo el inicio de muchos más. Dices no saber nada, pero con tus palabras nos enseñas mucho.
Muchísimas gracias Follet de tinta. ¿Enseñar? ¡Cuánta amabilidad en tus palabras! Un abrazo.
Te abres a nosotr@s a traves de tus opiniones y nos enseñas cómo ver/leer las cosas desde otro punto de vista.